viernes, 26 de junio de 2015

Diario de una Mamá Independiente V: Embarazo Pt 1

No, mis amigos, no estoy embarazada. Este es el relato de cómo me convertí en mamá.
Este es un tema del cual me han preguntado. Sobre todo aquellas que están con ganas de ser mamá. Es algo que cuento como una anécdota divertida aunque no lo fue en el momento y esa etapa de la vida es algo que no quiero repetir de la manera en la que lo viví. Atenta muher, si tienes muchas ganas de tener guagua, mi experiencia no te va a gustar.

Que grave se lee todo eso, pero aquí ya empieza la anécdota y estás advertida. (Si eres hombre no se que vas a pensar de todo esto, pero RARO es una de las palabras).

 

Primer Trimestre:

Yo no supe que estaba embarazada hasta el día que no me llegaron mis días. Mi ex si. Aún faltaba una semana para saberlo cuando empezó: “Estás embarazada”.
Todos pensarían que lo tomé urgida, que me quería morir y la mierda, no. Para mi fue bastante adorable quedar embarazada, hasta que me acordé que mi mamá tendría que saberlo.
El día que decidimos decirle (que no fue más allá de una semana de que fuera al médico. Menos incluso) fuimos a verla y estaba acostada, hinchada como bola.
-Mamá, ¿Estás bien?
-No
Resulta que tuvimos que llamar a la ambulancia para que se la llevaran al hospital por un ataque de cálculos a la vesícula que me tuvo toda la noche en la sala de espera. Terminó por salir caminando porque lo único que hicieron fue estabilizarla al no poder operarla por el sobrepeso. Salió con una sola advertencia: “Que no pase emociones fuertes”.
Concha de tu madre. Y yo traía ahí la sorpresita del año. Pasó mucho tiempo para que le dijera y mi sentido copuchento arácnido de mujer, me tiraba a contarle a alguien. Mi familia está lo suficientemente loca como para decirle, así que conté con la única persona que consideré cuerda y ajena, pero de la familia: La señora de mi primo. Le pedí que me fuera a buscar a uno de mis tantos paseos largos que me dio por dar, le conté en el camino, lo tomó normal pero ella se iba a encargar de contarle a mi primo, pero yo a mi madre.
La previa de contarle fueron dos peleas. En la primera se alteró y me dijo “Si tuviste sexo, te echo de la casa” y ahí yo, “Yapos mamá si sabes que si”. Se calmó como dos días, anduvo triste hasta que en la segunda pelea me dijo “Si estás embarazada, te echo de la casa” y yo le dije “Yapos, me voy”. Y así fue como se terminó enterando.
Entre mi primo y mi madre nos dieron un sermón de aquellos, una paja máxima acerca de la responsabilidad y un huevo. Como si yo no lo supiera.
Aparte de eso, las cosas no anduvieron mejor tampoco conmigo. Decidí no seguir con arquitectura en la Chile por economía y salud ya que las nauseas eran para ponerme verde desde que despertaba hasta que me quedaba dormida. En el metro ya me conocían y me ofrecían el baño siempre. Me quedaba en plazas del centro, leyendo, mirando al cielo, tomando siesta, tratando de no morir. Mi ex había entrado a estudiar hacia un año, asi que lo veía nada. Mis amigas entraron a estudiar ese año así que tampoco las ví mucho. Las mas cercanas me repitieron el sermón de la responsabilidad como lo haría una amiga cercana. Las otras gritaban de emoción. WEON que emoción. Los que iban sabiendo en el camino tenían reacciones super variadas, pero cuando te quedas mucho rato en el lugar con esa gente, terminan hablando de la guagua que nacio sin brazos, o la que tuvo quintillizos hace poco o el aborto que tuvo no se quien… No digan que no es cierto, porque a veces hasta uno empieza el tema cuando ve a una embarazada. Entonces ahí empiezas tu a darle gracias a la vida (o no tanto) de que tienes un pc, internet y toda la información de lo que puede pasar, porque en otras circunstancias tienes conocidos que ya pasaron por eso, aunque igual eso es una mierda, todos los embarazos son diferentes si hablamos de comportamiento de la mamá. Pero si, doy gracias a tener una mente amplia a las posibilidades y una memoria suficiente para recordar que si hago tal cosa, podría pasar esto, si no lo hago, también.
Las naúseas me duraron cinco meses, los paseos hasta que mi mamá se enteró porque de ahí ya salí poco y nada por el que dirán. Bleh.

  

Segundo Trimestre:

Naúseas seguían. Depresión activa porque me sentía sola. Mi vieja llorando por los pasillos. Uf, mil cosas. Pero la guata empezó a crecer y me enteré que iba a ser mujer. No estuve sola al momento de saberlo. Estaban mi madre, mi ex suegra y mi ex, creo. Las dos primeras lloraban cuando se enteraron y altiro a pensar en que hacer, que como iba a ser, y empezó el tema del “Cómo se va a llamar”.
No teníamos puta idea. Yo no pensaba muchos nombres porque no tenía cabeza para eso. Hija mía, si lees esto alguna vez, aunque no creo, te llamas así ante la insistencia de mi mamá de TODOS los días escuchar “Que aun no le pone nombre”, “Que no se como decirle a la guagua en la guata”, “Que no se que decirle a los demás”. Otra en mi lugar se manda a cambiar y la manda a la cresta o simplemente no le interesa. Yo ya tenía suficientes cosas encima como para más encima cargar con eso. Así que le dije un nombre al azar que sonara bonito y todo el mundo se enteró como se iba a llamar, y no me pude echar atrás después.
Es en este punto donde pasó algo que mi antigua yo nunca haría pero que fue TREMENDAMENTE satisfactorio. Antes que todo, yo solía ser celosa y arrastrada. Con mi ex no estabamos bien al momento de todo esto, por lo que lo veía poco y yo lo necesitaba porque se suponía que tenía que tener amor de por medio ¿no? Yo era insistente hasta la muerte, lo admito. Llamadas y llamadas sin respuesta, empezaron a decaer cuando ya me daba lata, pero subían a niveles incontrolables cuando tenía pena, lo cual era a menudo. ¿Que es incontrolable? Una llamada por minuto durante mucho rato. Si no contestaba, era peor.
Pero un día me contestó y estaba en su casa. Le pregunté si podía venir y me dijo que estaba cansado y que tenía lata. Me enojé. Había pasado mucho tiempo de no verlo. Así que le dije a mi mamá “Voy y vuelvo”. Me arropé con un abrigo que me quedara bueno porque ya tenía seis meses y una guata considerable, tomé una botella con agua del refrigerador (hagan cuenta de que estamos en agosto, un frío de mierda) y me encaminé a verlo. Enojada como estaba, llamé a la puerta, me abrió el hermano y lo único que dije fue “Permiso”. Fui a su pieza, este hombre estaba acostado y plas, le vacié la botella con agua helada en la cabeza. Cuando terminé, el hermano me miraba para la escoba y yo me fui.
Me arrepentí en la mitad del camino y me devolví a conversar (No a pedirle perdon, no se confundan). Justo había llegado la mamá. El hermano se reía en silencio y él estaba limpiando. Yo me paré al lado de él esperando a que terminara y la mamá le preguntó “¿Qué le pasó mijito” y le dijo “Se me cayó un vaso con agua”. ME DEFENDIO. Dios, pero la mamá me miró, miró la botella y me pidió que saliera de la pieza y lo esperara en el living porque su hijo “estaba en pijama” y me reí. “Mire como estoy y no quiere que lo vea en pijama”. Se enojó mas y me pidió que me retirara en la manera mas cortés que pudo. De vuelta le dije “No tiene porqué echarme, me voy solita”.

No volví hasta que nació mi hija.

Hasta aquí la primera parte... ya sabrán de mi en otra ocasión