lunes, 6 de julio de 2015

Diario de una Mamá Independiente V: Embarazo Pt 2

Primera parte aqui: http://condensacionsincensura.blogspot.com/2015/06/diario-de-una-mama-independiente-v.html
Aquí sigue la historia. Tuve que dividirla en dos porque era muy larga. Resumir nueve meses en esto, no es nada...




Tercer Trimestre:


Yo, a pesar de todo, era una mujer feliz. Tenía una super guata. No tenía problemas para dormir, no se me hincharon los pies, no me cansaba de caminar mucho rato, me sentía guapa, le cantaba a mi hija, veía películas…
¿Envidia? Si. Yo no tuve malestares previos que me molestaran, mi único antojo era la Fanta y el pollo frito. Dejé de comer embutidos en general porque me volvía el asco (Hace poco fue que pude volver a comer choripanes). Y eso. En los últimos meses me dio por salir a todas partes. Mis vecinas me felicitaban, le deseaban salud a la guagua, etc.
Pero tenía una pena más. Ésta ya mas justificada. Cuando yo quedé embarazada, poco antes quizá, mi tío/primo favorito de siempre fue diagnosticado con cáncer de esófago. Vino a Santiago a tratarse, pero no estaba resultando. Poco antes de que lo mandaran al Norte, que es de donde venía, lo fui a ver mas o menos guatona para saludarlo. Él me tocó la guata y me dijo “Yo a esta guaguita no la voy a alcanzar a conocer, pero va a estar super bien y va a ser super sanita”. Yo le decía que no, que le iba a mandar fotos y todo eso, pero él sólo sonreía y me deseaba felicidad.
Resulta que él falleció, no recuerdo bien si fue 31 o 1°, y mi hija nació el 4, pero el día que me dijeron que lo estaban enterrando, yo empecé con mis dolores de parto. Casi nadie entiende que él para mi es su ángel de la guarda, que es su protector, que la cuida y es porque nadie estuvo conmigo cuando él me dijo todo eso. Efectivamente, no la alcanzó a conocer, pero está ahí siempre. Ella sabe que él es su ángel y le gusta. Es rico saber que hay alguien ahí. Yo tengo a mi abuela, quien no alcancé a conocer, pero estoy segura de que ella fue mi cuidadora.
Bueno el caso, viene lo feo.





Nacimiento:


Decir “parto” me carga. Curiosamente es una palabra muy fuerte, pero la encuentro un poco brígida, así que por eso esta parte no se llama así.
El día tres amanecí igual que los otros días. El almuerzo era jurel con puré, que no comí porque me causó asco y pasé un rato en el baño hasta que me di cuenta de que no era asco sino contracciones.
Llamé al sapu de emergencia, al cual se suponía que tenía que llamar en caso de, y le dije “Señorita, tengo dolores de espalda y debajo de la guata, tengo asda semanas” a lo que me contestó “Bien, ¿Ud es primeriza?”. Afirmé y ese fue mi error. Chiquillas, no digan sólo sí o no las toman en serio. Esta mujer me dijo “Ahh… es normal que se sienta asi, todas lo empiezan a sentir una semana antes o unos dias antes de que nazca la guagua, no se preocupe” y no hubo mas conversación. Cinco minutos después, le estaba pidiendo a la señora de mi primo que me fuera a buscar para que me llevara a la maternidad. Desde Vitacura hasta el hospital Luis Tisné, por Vespucio un miércoles a las 6 de la tarde. Háganse esa. Quizá la hacen y me entienden que había un taco de puta madre. Ella tocaba la bocina diciendo que me llevaba, parecía ambulancia. Algunos entendían y le abrían el paso, pero otros no y yo ya me quería morir. El dolor de espalda aumentaba y yo NO aguanto el dolor. ODIO el dolor, y no es ese disgusto de “A quien le gusta”, no, yo lo ODIO.
Llegamos allá. Maternidad en paro. Creo que había dos matronas, un doctor en camino y auxiliares que no eran de maternidad. Éramos como cinco chiquillas. Me metieron a una salita, me hicieron comer algo (yo no quería nada, pero igual me trajeron un super8 con jugo) y me dijeron “Ud no piensa estar dilatada así que váyase a caminar”. A CAMINAR WEON. caminaba de un lado para otro, ojos semicerrados, dolor de espalda a muerte. Me agachaba de repente y me hubiera tirado al suelo a hacerme bolita. Algunas enfermeras me miraban como “que exagerada la niñiita”. Yo empecé a acumular ira. No angustia ni dolor. Ira.
Me volvieron a examinar y me volvieron a decir “¿Ud es primeriza?”, asentí de nuevo, “Ahhhh entonces esto es una falsa alarma, le queda para rato así que vayase a su casa”. Con todo el amor posible ante mi ira acumulada le dije “Señorita, vivo en Vitacura, no me puedo ir porque no aguanto el cómo estoy”. Empecé a llorar. Cuando me enojo, me pongo a llorar. Póngale el dolor de espalda encima y fue peor. Así que “hicieron los trámites”, me dejaron sentada en la sala de espera MUCHO rato hasta que me trajeron una silla de ruedas. Le apreté la mano al que trajo la silla de ruedas y parece que le dolía porque me dijo “Mija, suélteme por favor”. Me hicieron firmar, no se que firmé, y mandaron a mi familia a la casa mientras a mi me mandaban como la alaraca del pre parto. Si, después supe que así me conocían.
Llegamos arriba, me dejaron en la puerta y me mandaron caminando con mi bolsito en la mano a la cama que estaba a la mierda. Creo que en el transcurso de caminar a la cama, caminar al baño a vestirme para dormir y volver a la cama se me fueron como veinte minutos. Una tortuga caminaba más que yo. Sentí envidia épica de ver a las mamás tan relucientes y felices, lo más probable con una epidural en la columna. Yo la pedía pero me miraban así como “Chiquitita, piensa que le vamos a poner algo”. Hasta que no alcancé a subirme a la cama cuando empecé a gritar. Se me rompió la bolsa y todas las mamás de la sala empezaron a tocar los timbres de alarma. Me sentí muy agradecida. Llegaron dos enfermeras y un auxiliar a subirme a la camilla, a la cual me tuve que subir sola o podía denunciarlas por maltrato (oh wait), me pusieron esa bata rancia de papel y yo gritaba. Al que me hablara, yo lo puteaba (De ahí el alaraca) y el auxiliar que me llevaba a la sala de parto me decía todo asustado “Por favor señora no vaya a tener la guagua aquí porque yo no soy enfermero” y lo puteaba de vuelta diciendole “Apúrate entonces pos WEON”.
Cuento corto, llegue a la sala, entró la matrona, entró mi ex y salió la guagua. Todo esto como en cinco minutos.
COMO describir el alivio. Cagar después de aguantarte todo el día es un cuarto de lo que se siente tener a la guagua. La matrona dijo “Puje” y salió. Me empecé a reir de puro alivio, el problema es que parecía loca de patio, carcajada limpia. Pusieron a mi hija en el regazo por lo del “apego”, pero yo solo me reía. Y apretaba las manillas de la camilla. Una enfermera empezó a soltarme los dedos a la fuerza para ponerme el suero y yo me volvía a agarrar. Absorbí como tres paquetitos de suero en un rato. Ya mas consciente del tema, me llevaron a post parto, me llevaron a mi hija y todo fue hermoso.
No tengo idea de que es lo que me pasa en la espalda, pero yo tengo los nervios tan sensibles, que si me meto a una piscina muy fría soy capaz de morir ahogada por no respirar de parálisis por los nervios. Las películas de suspenso, me ahogan. Ese día supe que podía gritar, y bastante fuerte por cierto, porque ante el pánico yo me retraigo y me ahogo. Pero supongo que por eso no aguantaba a la guagua adentro. El dolor de espalda me pateó por los dolores que no tuve a lo largo del embarazo.
Horrible.


Pero nació mi hija y fue todo muy hermoso. La cara de la gente cambió, mi hija era un sol, dormía de noche, comía a sus horas, lloraba poco y nada. Era una guagua envidiable. Me cambió la vida, mi manera de pensar, de ver las cosas, mi actitud, todo se adaptó. No se si nací para ser mamá, no me gustan mucho los niños, pero si me dijeran que todas las guaguas van a salir así, todas querríamos ser madres mucho más facil.
Yo por mi parte quedé con la guata arrugada como pasa, estrías en las piernas, etc, etc. Pero volví a mi peso original así que muy bien. Quedé friolenta a tal punto que le tengo que preguntar a mi hija si ella tiene frio porque o si no estaría con chaleco todo el día por mi culpa.
Aunque al día de hoy la veo y pienso que todo lo que he contado es sólo una anécdota, parte aprendizaje por si hay una próxima vez. La enfermera que me mandó para la casa me fue a ver y quedó para la escoba. Tantas ganas de decirle “Betch, viste, betch”, pero la ira se había ido dando paso a felicidad plena por un mes, mas o menos.
Ahí empezaron otras cosas, pero no serán contadas ahora.

Nos leemos luego.