miércoles, 29 de abril de 2015

Diario de una Mamá Independiente IV: Bicicleta


La bici. Ese transporte tan práctico pero que la ciudad te obliga a NO usarla.

Niñez:

Mi primera bicicleta era una tipo moto como de los 70’s heredada de mi primo. Es roja, asiento negro, manubrio que te daban ganas de acelerarla desde ahí… Digo es porque aún existe, pero no sabría decir exactamente donde está. No viví grandes aventuras con ella, pero cuando la llevamos a la casa de la playa, intentaba tirarme por la calle de mierda llena de hoyos pero nunca me resultó. Era lo suficientemente desnivelado como para sacarme la cresta y media.
Lo que sí, siempre que me subía a una bici, me imaginaba que iba a caballo. Un caballo dócil y que podía hacer lo que quisiera. Lo admito, este sentimiento lo tuve por toda mi adolescencia y hace poco, cuando me subí de nuevo, el sentimiento volvió. Fue hermoso.
Pero me desvié. Después de que se la llevaron a la playa, me regalaron otra, también usada pero sin rueditas de apoyo y esta vez, era una mountain bike. Era verde, hermosa, de fierro, super pesada y no tenía cambios así que me pasaba la vida sacando musculitos en las piernas.
Con ésta, aprendí a andar sin rueditas, hará a los once años recién. Pero desde ahí, ya empecé a irme en bicicleta al colegio.

Adolescencia:

Con mi bici verde si que pasé aventuras de todos los tipos. Cómo ya era un poco mas libre de ir a cualquier parte, iba realmente a todos lados. Al super, a la casa de mis amigas, a pasear, a los mandados, etc. De todas esas veces, una sola me caí (y casi me mato, por cierto) y dos casi me atropellan (una de ellas una micro). Aguantó llevar a mis amigas, una sola vez de a dos (una en el manubrio y la otra en el asiento mientras yo pedaleaba al medio de pie) pero varias de a una para irnos a otra parte. Aguantó un choque con una cuneta muy alta, pero salió mal parada ya que se acható de tal manera que cada vez que viraba, chocaba con los pedales, así que tenía que tener cuidado de no pedalear en una curva o me sacaba la cresta. Aguantó unas cuantas subidas al cerro, una de ellas fue publicitaria por política. Aguantó mis salidas a trabajar, mis idas al colegio. Y a todo esto, sin casco. Irresponsable de mi parte, pero nunca ocupé casco para ningún viaje, cosa que ya no hago porque me pasan tremendo parte.
Una vez me preguntaron si quería participar en un concurso de dibujo. Acepté, concursé y no se como, gané (salí en Chilevisión según me contaron después porque el concurso resultó ser ministerial y no se que chucha). El premio? Una bici de titanio ligera HERMOSA (si, así con mayúsculas) que de hecho, me ayudaron a llevar en una van municipal (háganse esa) porque no me dejaron irme en bici a mi casa desde el lugar del premio.
Me duró como tres meses antes de que me la robaran en el supermercado por dejarla encargada y guardada en la farmacia que había ahí. Fue super triste y volví a mi bici verde achatada.

Caidas:

Como dije antes, me he caído una sola vez y fue con todo el odio por caídas que no llegaron y que no fueron. No estoy segura de cuando fue, me refiero a año, fecha, no se… Iba con la que era mi compañera de curso y partner de bici en ese entonces paseando por el barrio. Yo llevaba un jockey de mi papá, el cual sólo usaba él y ese día no tengo idea del porqué lo saqué para usarlo. ¿Qué tiene que ver el jockey?
Cuando íbamos en bajada a una buena velocidad, que de hecho, era una bajada de estacionamiento, por lo que era bastante en picada, el gorro se empezó a volar y mi mente pensó mal las cosas. Traté de agarrar el gorro y bajar la velocidad frenando la rueda trasera. El problema es que frené la delantera. La bici verde dio vuelta en 360° y yo, cuan malabarista, me quedé agarrada en la bici y por ende, el manubrio cayó en mi diafragma. Quedé en blanco. No, no vi mi vida pasar, no supe nada por el minuto más largo de mi vida cuando empecé a escuchar a la gente de los locales del estacionamiento ir hacia mi corriendo gritando. No se que pasó, pero en una de esas, empecé a respirar y a llorar. Me raspé una rodilla y el gorro seguía puesto en mi cabeza.
Lo idiota es que me recuperé como en cinco minutos, agarré la bici, seguí andando y me puse a pensar en la retada de mi vida cuando llegara magullada a mi casa. Pero no supieron que me caí así ni nada hasta que pasaron muchos años.
También dije que casi me atropellan dos veces. Mentí, fueron tres. Una, mi punto ciego me jugó una mala pasada y una micro amarilla pasó a dos centímetros de mi rueda delantera tocando la bocina. La segunda fue parecida, pero ahí me fallaron los frenos. Calculé mal y seguí un poco de largo y justo a una vieja se le ocurrió doblar. Más bocinazos, siendo que era la vieja la que tenía que parar porque yo tenía verde. En fin. La tercera y última fue cuando iba cruzando con un montón de peatones y una vieja hablando por celular, siguió de largo la luz roja de ella y me topó las piernas despacito. Se asustó la vieja, salió gritando porque pensó que me había pasado algo, porque yo me había bajado de la bici para correrme. Yo me subí de nuevo y salí disparada al colegio.

Actualidad:

Dejé de andar en bicicleta cuando salí del colegio. La u me quedaba lejos así que me iba en metro, sin contar que después que fui mamá me puse pajera. Pero nunca perdí las ganas por andar en ella. Ahora me estoy viniendo a la pega ahorrando en bip para gastar en bencina, lo cual ha resultado maravillosamente. En este tiempo, me he dado cuenta de que la ciudad no ha cambiado su comportamiento en cuanto a las bicicletas. Puede haber ciclovías, semáforos especializados, lugares exclusivos… Pero siempre falta donde dejar la bicicleta o siempre hay alguien que se pone a caminar por la ciclovía pajaroneando y después puteando porque pasaste muy cerca o simplemente sin respetar a los ciclistas que aún no saben si andar por la calle o por la vereda. Si me pongo de parte del peatón, el ciclista tiene gran culpa. Han atropellado a harta gente por andar de velocista, incluso hay varios pelotudos temerarios que andan por medio de las calles grandes, llámese Alameda, Providencia, Autopista… Llevo muchos años en bici y me da pena ver que aún no hay educación vial correspondiente para este transporte.

Nos leemos luego.

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