lunes, 20 de abril de 2015

Diario de una Mamá Independiente III: Manejo

Por fín, se cumple el sueño de la licencia propia. No señores, no piensen que manejaba con licencia ajena, eso si que no. Pero, dios, es un maldito lujo.

Lo que más me impactó del exámen teórico, fue el video/comercial que ponen al final. Cuando terminas el exámen (No estoy segura si se lo ponen a los que reprueban) te pasan un video en el que te restriegan en la cara de que en tus manos NO SOLO ponen una licencia de manejo, sino la vida de la señora del viejito que la mandó a comprar pan, la embarazada que cruza la calle sin pensarlo porque lo único que quiere es llegar a su casa por el dolor de pies que tiene, el futuro de un niño que por no saber jugar a la pelota, tiró el balón a la calle y salió corriendo a recogerlo, la tipo que venía en bici con la hija a las 10 de la noche de quizá donde, etc. Pero fuera de bromas, el video tiene toda la razón en decir que la licencia de conducir no es un derecho, es un privilegio.



Lo primero que hice cuando me la dieron, además de esperar unas 2 horas a que el viejo me llamara, me hiciera firmar me dijera “Espera, la vuelvo a llamar”, pasara otra hora que no se porque shush… se demoró tanto en plastificar siete licencias de los siete pelagatos que estábamos esperándola, pero bueno, al final la obtuve y salgo como las reverendas pelotas. Fue engañada VILMENTE por la señora de la foto que me dijo “¿Quiere repetir o la dejamos así?” Me mostró la foto, se veía top model para alguien que durmió mal, no se maquilla y con suerte se peino, asi que le dije “Déjela así no más, si sale bien.” Pero no me advirtió la trampa. Resulta que al pasar mi maravillosa foto al papel, no se dignan a recortarla hasta ajustarla a mi cara, sino que la agarran y la apachurran como si le hubiese caído una tonelada encima. Se alarga hacia los lados y se achata desde arriba. Parezco una pequeña mapuche que volvió a sus raíces pero a buscar licencia (no tengo nada en contra de nadie, pero la cagó).

PERO BUENO. Tengo mi licencia, guardada en la billetera y eso es lo que importa, que nadie la vea pero que exista para poder manejar por todos lados.

Estacionamiento:

Mi estacionamiento es pequeño. Algunos dirán que no puede ser, tiene que ser estandar… UN huevo. El estacionamiento es chico para el auto. La primera vez que lo saqué de ahí, resulta que me demoré como media hora en sacarlo. Retrocede, avanza, retrocede, choca, avanza un poco y dobla bien, topón… Lo saqué y quedé traumada, así que no lo saqué de nuevo hasta que tuve la licencia. Y fue milagroso. Es como si tuviera poderes mágicos, yo los hubiese absorbido y el auto salió hermosamente sin contratiempos. Igual me demoro, pero es un tiempo normal. Lo mismo es para entrar el auto, como lo entro de cola, trato de no matar al auto vecino el cual parece que el arrendatario anterior le voló el pedazo de parachoques trasero que da hacia mi estacionamiento, así que me demoro de pura prudencia. Ahora, no creo que me lean mis vecinos de torre/edificio/estacionamiento pero, dejense de joder y no me escriban en el auto que no los dejo pasar al ascensor. MI ESPACIO NO ES PEATONAL, FOCKERS.
No importa, se me complicó tanto la existencia con este estacionamiento, que cualquiera en el que entre, será como tomar una leche tibia (Marditos).

Viaje:

Mi primer viaje fue tirarme a la piscina a buscar a mi hija desde el centro hacia el Alto Las Condes y buscar la ruta adecuada que no contemplara autopistas. ¿Por qué? Uno: No me atreví a meterme a una super calle con gente que anda a lo loco y a más de la velocidad permitida y Dos: No quería pagar tag, sale muy caro #PutoTag. Resulta que me pasé todas las calles que tenía que doblar para llegar más rápido y terminé demorandome como dos horas en llegar a la casa por el taco del mal, sin contar que con los nervios de la primera vez (ujujuju) se me paró (ujujujuju) como tres veces (ujujuju) el auto (aw) asi que subí el volumen de la radio Concierto y me pasé a los giles apurados por el trasero.

Pero en la semana que llevo manejando, siento que, como me dijo un buen amigo, soy una rápida y perezosa. Amo el puto volante. Ya el sábado, fui a dejar a mi madre y a la vuelta me vine por la kennedy, escuchando a Madonna cantando a velocidad promedio.
Resulta que ya me pasaron weás tontas rancias.
El primer día que fui a dejar a la camila al colegio, me fui tranquilamente por Bilbao. Fuerte y derecho, me traiciona el espejito extra que tiene para el punto ciego, asi que ando aún más tortuga y por lo mismo casi me chocan. Igual se me pasaron las calles que tenía que tomar y llegué por otro lado. Igual sirvió y fue maravilloso. El problema es que cuando venía de vuelta, la señalización de viraje no prendió mas. Oh fuck. Tenía que ir a poner bencina mas encima. Y llego a la bencinera y mi querida pierna me dice “Oh, no te pasé la llave de la bomba”. Quería irme por una calle chica que me llevara más rápido al departamento y sin doblar tanto y la calle maricona me llevó a Apoquindo. Así que terminé yendo por la Alameda rogando que me dieran espacio para colarme a las pistas que me servían porque NADIE entiende las señas con las manos que te enseñan por si acaso. Como diría un compañero: Estúpidos.

El sábado, cuando fui a dejar a mi madre a la casa, me lancé por lo que se transforma en Santa Maria (EEllla). Iba todo bien hasta que en una curva siento un pequeño estallido debajo de mi neumático. No se si por los nervios o porque la calle empezó a ir en subida, el auto empezó a ir mas lento. Mirando por el espejo retrovisor, no se veía nada sobrenatural en la calle, muerto por mi manejada. Así que me relajé y continué mi camino. Al día siguiente, mi pareja me dice “Oye, ¿Tu sabes que le pasó al neblinero que estaba suelto?”. Tate, ahí estaba la papa.

Bueno, manejar es un mundo maravilloso para mi. Ayer y hoy salí congestionada, chapico pero feliz y no me quejo.

2 comentarios:

  1. Jajajaja... Que divertida!!! Un beso amiga conductora!!!

    ResponderEliminar
  2. Jajajaja... Que divertida!!! Un beso amiga conductora!!!

    ResponderEliminar